Las 2:17. La mariscada ha acabado y la Ginebra acabó bailando un rock and roll en la plaza del pueblo. Todos se han ido, un instante de falsa paz inunda el segundo piso.
Enciendo el ordenador para vaciar las memorias que el objetivo captó esta noche. Música por supuesto. Pienso en acabar, apagar y dormir. Dormir, curioso verbo.
Pero entonces veo la carpeta. "Enana".
Dudo, puede originarse un terremoto, o una simple vibración más.
Cedo ante la duda.
Las viejas fotos.
La antigua yo.
El antiguo nosotros.
No se de extrañar que un Piano suene de fondo mientras los recuerdos interfieren mis pupilas y llueve sobre mis mejillas.
Mis ojos azules a juego con los tuyo.
El brillo de su sonrisa.
Tu coleta acompañada de unas gafas de culo de botella.
La foto.
Él mirando al objetivo con la felicidad sobrentendible , ella abrazándole mientras me sonríe a mí, yo con la mirada en el cielo.
Lo que puede originar un simple recuerdo fotografiado llega a ser increíble, incluso, da miedo.
No hay ningún Piano que resuene de fondo. El silencio se apodera de mí y me transporta al pasillo amarillo y los helados de chocolate.
Los ojos azules se oscurecieron, la felicidad que captó en ese instante una cámara desechable, ya no existe, nadie me mira esbozando una sonrisa.
El cielo sigue ahí, intacto, esperando que yo lo vuelva a admirar.
De nuevo, Yellow.
Por una vez sumergirme en el falso azul.
No hay nubes, ni llueve.
Mis ojos vuelven a ser azules y las piriposas existen.
Estrellas, brillad por mí.
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