No lo entenderéis. Nunca. Ninguno.
No entenderéis que me duela en las entrañas tocar las obras de la prueba inútil.
No entenderéis que necesite pintarme los ojos todas las mañanas. Que necesite quitarme el ala, porque me ahoga, me ahogan, me ahogáis.
Que odie los besos en las orejas.
Que no me gusten las despedidas.
No entenderéis el significado de Yellow o Californication, no son sólo canciones, nunca lo fueron.
No retenéis por qué tengo las uñas de la mano derecha largas y las de la izquierda cortas.
No entenderéis mi pánico a el futuro, a los cambios, a mis ansiosas ganas de explotar de encontrar. Mi fobia a los entierros.
No entenderéis lo que es Si menor. Lo que admiro las palabras.
No entenderéis lo que significó una simple charla, con una simple persona, con unos ojos verdes, no tan simples. No entenderéis lo que son las piriposas, ni llegaréis a imaginarme con ojos azules.
No entenderéis lo que fueron para mí los peces luminosos, lo que son.
No entenderéis lo que pudo hacerme una guitarra.
No entenderéis mis grietas, ni mi Enero.
No entenderéis el significado de mi apellido.
No entenderéis que no puedo gritar, no sé gritar.
No entenderéis como puedo a odiar.
No entenderéis que me plantee un futuro inestable.
No entenderéis mi admiración por los pianos.
No veréis el rojo como tal.
Mi obsesión por echar leña sobre hogueras apagadas. Mi obsesión con las puertas de los armarios.
El falso cielo.
No entenderéis lo que soy, en lo que me he convertido, o habéis. Lo que supongo, que todavía no he asimilado.
Pero a quien quiero engañar, tampoco quiero que lo entendáis.